Miedo. No se dice, pero se piensa en esa palabra en el seno de la afición malaguista.
Lo que se palpa, es algo más que respeto, porque el próximo domingo visitaremos al equipo que mejor fútbol está realizando esta temporada, después de los dos de siempre. Los Leones han terminado adaptándose a la perfección al juego que propone Bielsa y el resultado es brillante. Incluso me aventuro a decir que en ocasiones han calcado el fútbol del mejor Barça de Guardiola.
Ese respeto se tornó desmesurado cuando ayer conocimos la noticia de que Isco y Toulalan son duda para viajar a Bilbao ya que padecen un episodio gripal… ¡Casi ná!
Teniendo en cuenta que la solvencia defensiva del Málaga se basa en los robos de balón en el centro del campo (labor del francés), ya que una vez sobrepasada esa línea, el equipo es mucho más vulnerable, y que gran parte del desahogo ofensivo se logra al compás de la batuta de Isco; el panorama es cuanto menos inquietante.
Pero calma, aficionado malaguista, no huyas despavorido a desempolvar la casaca blanca o azulgrana que dormita en el fondo de tu armario. Aún hay un fino hilo de esperanza. En La Catedral nos esperan unos leones arrecidos recién llegados de Rusia. El frío y la dureza del encuentro ante el Lokomotiv de Moscú les ha pasado factura y vuelven a casa con una derrota en el bolsillo y algo de nieve en las botas.
Decir que contamos con Recio que recién estrena una titularidad que promete más empaque en la medular. Joaquín estará listo para jugar si Pellegrini lo cree conveniente y Rondón y Sebas llegan de dulce a este partido.
Por eso hay que olvidarse del miedo. Y más si cabe cuando nos damos cuenta de que el Athletic ha cumplido ya su objetivo de la temporada: Al ser finalista de copa ante el Barcelona tienen ya su billete asegurado para Europa.
Así que nada de miedo, vuelve a ponerte la albiceleste, o la cereza eléctrico, o la azul marino… Y ya de paso, deja en la papelera esa camiseta que tenías en la mano si ves que en ella pone Qatar Foundation o Bwin.
El problema es que, si, vendrán cansados de Rusia, pero también con ganas de resarcirse y olvidar la derrota