FOTO: Málaga CF |
El Málaga ha sido uno de los agitadores del mercado de Segunda División este verano. El proyecto que se ha puesto sobre la mesa resulta cuanto menos ilusionante para la afición, más si cabe viendo de dónde venimos.
Nada más empezar la pretemporada, se ha transmitido desde todos los estamentos del club (jugadores, director deportivo, administrador, e incluso el alcalde de la ciudad) que este nuevo curso toca hablar de ascenso.
Hay que reconocer que, sobre el papel, se ha dado un salto de calidad en cuanto a la plantilla que había el año anterior. Y ojo, que aún queda mercado y la escuadra malaguista sigue cojeando en alguna posición. Pero el nivel en la categoría es muy alto, y ya no solamente hay que mirar a los equipos recién descendidos, o a los que se han reforzado bien como Sporting o Zaragoza. Incluso los que acaban de ascender están haciendo un trabajo muy bueno en su preparación y formación de plantilla. También clubes “tapados” como el primer rival que tendrá el Málaga. El Burgos se encuentra en una situación de necesidad imperiosa de llegada de refuerzos, incluso su míster, Julián Calero, ha hecho explícita la falta de efectivos. Sin embargo, si nos atenemos a los partidos amistosos que ha disputado, todos ante rivales de igual o superior categoría; se observa un bloque bien construido, aguerrido y con mordiente arriba. Y es que esto es la segunda división y ningún encuentro va a ser fácil.
Creo que el Málaga ha armado un equipito que puede dar alegrías y grandes tardes de fútbol (por el sistema de fútbol alegre que propone el míster), y eso es algo que se echa de menos en La Rosaleda. Pero de ahí a hablar de ascenso como objetivo real hay una distancia considerable. Hay que pelearlo, por supuesto, pero puede que resulte contraproducente meter una presión extra a unos futbolistas ya de por sí presionados con salir a ganar cada partido. Vendrán derrotas, y cuando lleguen, parecerá que la temporada es un fracaso. Nada más lejos de la realidad, en una liga tan larga e igualada, hay que mirar con perspectiva. Aunque sea el tópico más manido de la última década, la psicología del “partido a partido” puede ser más efectiva que la del objetivo obligado de estar arriba dentro de 42 encuentros.
No me cabe duda que este discurso implantado en la entidad responde más a una operación de marketing que a un objetivo real y obligado. Había que volver a ilusionar a la gente. Hay que contar con el máximo apoyo, y eso se ha hecho bien en el club. Ahora toca devolverla en el césped.