Blindar a Larrubia.
Esta es la frase que reinaba en la cabeza de muchos de los malaguistas, entre un sentimiento de gozo y otro de miedo, viendo el partido que nos regaló el flaco.
Lo de Larrubia ante el Real Betis en el Trofeo Costa del Sol ha sido una exhibición de espectáculo digno de museo. El canterano lo intentaba todo y casi todo le salía.
Larrubia hizo el primer gol tras un desmarque rompiendo la línea defensiva y pase medido de Dotor para batir sin piedad al meta bético. Su segundo gol fue una maravilla de esas que quedan grabadas en la retina de todo aficionado. Larrubia empezó desde campo propio con un cañito para zafarse de su defensor en banda derecha. Y, tras un rebote que le dejaba de nuevo el balón en los pies, se adentró hacia el área para, ante la maraña verdiblanca colocar el balón suavemente pegado al poste para poner el 2-0.
Pero es que el partido de Larrubia no fueron solo esos goles. Y ya no solo el partido, ya es cómo acabó la temporada pasada y cómo está jugando esta pretemporada. Larrubia parece ir a más y crecer por días como futbolista. Es un jugador cada vez más completo desde su regreso tras la cesión al Mérida. Rindiendo en banda, ya sea defendiendo, en la creación o definiendo. No cabe duda de que su regularidad hace de él un jugador top de la categoría y muy apetecible para equipos con cotas mayores.
Es por ello por lo que el Málaga debería sentarse con él y cuidarse de no malvenderlo o perderlo antes de lo que nos gustaría. Ofrecerle un buen contrato largo, con una buena cláusula y que sea uno de los que abandere este Málaga ilusionante. Que su crecimiento como jugador vaya a la par al crecimiento del Málaga como equipo.
Todo lo que no sea hacer eso esta temporada es una cuenta atrás para que David Larrubia deje de ser jugador del Málaga. Y que eso pase sería un palo grande para todos.