Jugadores como Keko Gontán han reconocido el agarrotamiento psicológico de la plantilla.
Si hace unos días era Luis Hernández el que dejaba entrever la débil red de la que pende la mentalidad del grupo, hoy ha sido Keko el que ha afirmado (tomando como punto de vista el partido de Leganés) que «el equipo salió con miedo a perder«. Y eso es algo que se nota cuando ves el encuentro desde fuera. Demasiados errores en pases fáciles (sorprendían para mal las múltiples pérdidas de balón de gente de calidad como Rosales) y cuando las combinaciones en zona de tres cuartos no funcionan en equipos de calidad media como el Málaga, queda aferrarse a jugadas a balón parado o a algún lance aislado del partido como el del gol de Juankar ante el Alavés o el de Fornals frente al Betis.
Y por eso luego, al mirar las estadísticas, vemos que el Málaga sólo disparó una vez entre los tres palos. Y nos vamos a casa con la ya manida sensación de ser un equipo romo en la parcela ofensiva. Toda una sentencia de muerte en la máxima categoría.
Ahora es el momento de que el cuerpo técnico tire de galones, empaque y experiencia para cambiar la dinámica mental de los jugadores. El parón liguero puede beneficiar de forma notable en este sentido, dando un respiro al equipo para encender de nuevo una mínima llama de seguridad en sí mismos que poco a poco vaya creciendo hasta ser una hoguera que arda con fuerza y sea capaz de cocinar las ansiadas victorias que están por llegar y que darán la moral necesaria para mantener la categoría.