El Málaga venció 4-2 al Sevilla y suma cinco victorias en los últimos seis partidos.
Todavía seguimos frotándonos los ojos viendo el cambio radical del Málaga en el último mes y medio de competición. Un equipo que ya no se juega nada está mostrando una ambición y un hambre en el terreno de juego digno de cualquier campeón.
En la noche de ayer, el Málaga salió bien plantado ante un Sevilla que hacía gala de la calidad de sus jugadores. El encuentro empezó con un juego algo trabado y lleno de pérdidas de balón por ambos equipos. Golpeó primero el equipo de Nervión tras culminar un gran contragolpe por medio de Franco Vázquez. Pero la alegría duró poco al Sevilla, siete minutos después del gol llegaba la réplica malaguista. Y lo hacía con uno de los goles de la jornada, obra de Pablo Fornals clavando el esférico en la escuadra desde la frontal.
En la Segunda Mitad, el Sevilla trató de encerrar un poco más al Málaga. Pero fueron los locales los que vieron portería tras un saque de meta de Kameni y fallo al despejar por parte de Nico Pareja que Sandro aprovechaba para irse velozmente hasta el área contraria y batir a Sergio Rico.
El Sevilla empataría con un balón que Sarabia ponía largo desde la banda al punto de penalti y Franco Vázquez remataba a placer aprovechando el resbalón de Luis Muñoz.
Y aquí llegaba algo a lo que no estamos nada acostumbrados en Málaga: El peligro a balón parado. Falta en la zona de tres cuartos que Sandro colgaba al área y Llorente remataba logrando su segundo gol como malaguista. Tras ésta, hubo otra falta similar que también acabaría en gol, aunque el árbitro lo anularía por falta.
Y poco después, Sandro seguía haciendo diabluras, en esta ocasión, provocando un penalti de Pareja que lo derribaba en el lateral del área tras un buen regate del canario.
El penalti se lo pedía el pichichi malaguista, aunque acabaría fallándolo dejando que el gol se lo agenciara Juan Carlos tras empujar el rechace de Rico.
El Sevilla llegaba bien y proponiendo un juego directo y peligroso, pero se encontró con un Málaga capaz de ganar a cualquier rival y con una confianza plena en sus posibilidades.
El partido acabó con una preciosa ola en la grada, posterior, lo que son las cosas, a cánticos de «Vamos a la playa…». Una alegría más para una afición que poco a poco se va reponiendo de una temporada difícil de digerir hasta esta recta final.