Juan Jiménez para www.as.com
El Mallorca votó sí a la Copa y el Málaga, abrumadoramente, que no. Así que lo extraño fue que el desenlace de la eliminatoria se alargase tanto y mantuviese un suspense que no fue la imagen de un partido rojo, más que rojo. El Mallorca jugó una primera parte casi perfecta y el Málaga, con el atenuante que prefieran por delante (falta de ritmo y entendimiento), dimitió. Otra vez, una Copa vergonzante. Y eso que ayer tenía un buen espejo, el Mallorca, al que esa competición le dio gloria hace un lustro. Tal vez por eso, porque sabe lo que supone una alegría así, jugó con el respeto debido y con los jugadores debidos. Y ganó. El Málaga jugó una primera parte impropia. Desnortado, con un agujero negro en el centro del campo, descolocado, ni se enteró de dónde estaba el Mallorca. Cléber pareció Matthäus, Chori Castro y Callejón, que jugaron a banda cambiada, pisaron el fondo y centraron con peligro, y Webó volvió loco a Cuadrado y a un trocito de Weligton, que no está acostumbrado a este descontrol. El resultado al final de la primera parte fue un 1-0 que fue un milagro, porque el Mallorca marcó en la jugada menos esperada, con un doble remate de David Navarro. Luego Manolo Gaspar (de lo poco honorable en el Málaga) salvó un gol cantado, Goitia hizo una parada que hizo más transparente aún el debate sobre su suplencia y Webó, que se vengó de su mal partido de ida, perdonó un final rápido, ni más ni menos que lo que merecía el grupo que puso en el césped Tapia, cuyo gesto era descorazonador y sus gritos, pidiendo carácter y orgullo, fueron la imagen de lo poco reflejado que se vio el entrenador en su equipo. Todo lo contrario que Manzano, que quería ataque y encontró una avalancha y una actitud admirable en medio de un clima desagradable y demasiado cemento en la grada.
Debieron escucharse de lejos los gritos de Tapia en el vestuario. Pero al vestuario le dio igual. El Mallorca siguió a lo suyo, una maquinita de hacer oportunidades. Un remate de Cléber y otro al palo de Castro. Así que Tapia hizo lo que le pedía el cuerpo desde el minuto veinte. Meter tres titulares para intentarlo. Y casi lo consigue con un bonito remate de Apoño desde el borde del área. Fue en el minuto 72. Hubiese sido demasiado que el Málaga hubiese empatado así, pero el Mallorca se asustó un poco y echó cuerpo a tierra para resistir los golpeos de Albert Luque, que al menos fue de un lado a otro buscando soluciones e intentando poner problemas a Lux.
Para entonces ya era tarde. Keita, que tuvo otra vez minutos de calidad en la Copa, sentenció el partido y, como efecto colateral, mandó al vestuario a Weligton, avergonzado e impotente. El Málaga debería reflexionar sobre sus pasos por la Copa.
No te desanimes,es mejor eliminarse en Copa y centrarse en Liga,por cierto valla robo el último penalti del Madrid,merecisteis ganar.
Un saludo!
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